Durante la mayor parte de mi vida he estado fascinado con aprender otros idiomas. Recuerdo estar un poco entusiasmados con la posibilidad de estudiar una lengua en la escuela secundaria, pero el resultado final fue una gran decepción. En dos años de estudio apenas sabíamos nada inescrutables acerca de cómo hablar otra legua, habíamos hecho poco más que cubrir lo básico y finalmente fuimos capaces de construir alguna que otra frase tan vertiginosas como "Voy a ir al cine." en contraposición a la mucho más simple "Voy al cine". En este punto me pregunté si yo no estaba destinado a aprender otro idioma. En la universidad decidí estudiar alemán y aprendí más en un semestre de ese lenguaje, que todo lo que nos habían enseñado durante toda la secundaria. De hecho sentí reforzada la esperanza de que algún día seria bilingüe. El tiempo pasó y decidí que tenía que debía aprender un idioma que no sea el mío, pero que llegara a dominarlo como el nativo de nacimiento. Elegí